Archive for enero 2011

NOMBRES Y APELLIDOS (XXI)

enero 13, 2011

EL IMPULSO. JUEVES 13 DE ENERO DE 2011. Pág. D7

 

Será con Kiara…

LOS VERBOS FALSOS

enero 9, 2011

[Rafael Osío Cabrices,  en su columna La vida sigue (Todo en Domingo,  revista de El Nacional, 09-01-11)]

Los empleados de banco fueron los que empezaron. Pero ya no son los únicos. La palabrita se extiende como una epidemia. Por más que respondas que lo que quieres es abrir una cuenta, te siguen diciendo que con cuánto la vas a aperturar. Es algo que me repugna y me indigna, de verdad, y espero no ser el único. Algo de lo que hay que hablar aunque parezca una tontería. Porque el lenguaje es un asunto serio. Tan serio como la tierra que se mueve o la comida que se vuelve inalcanzable.

El Microsof Word lo marca con una temblorosa línea roja mientras lo escribo.

Aperturar no existe. Es no sólo incorrecto, sino carente de justificación. Puede hacer sentir a quien lo pronuncia que suena más técnico y que por tanto dará a quien lo escucha la impresión de que se es más profesional, más competente. Pero aunque esté tan extendido, es un error, como recepcionar, o en los años 90, intérvalo. Otro error que se puso de moda, aunque no tan pernicioso como otros que aquí se han cometido. Es un verbo falso.

Un verbo falso es como un billete falso, o como un alimento vencido, o como un objeto dañado.

Es un fraude a pequeña escala, una estafa a cuenta gotas. Cuando el lenguaje se llena de verbos falsos y de falsos adjetivos, de falsos sustantivos, de falsos adverbios, se llena de trampas y de mentiras.

Porque las palabras verdaderas, las que dicen lo que quieren decir, las que son transparentes, son las que mantienen una lengua viva y permiten que una cultura se comunique dentro de sí misma, y que una sociedad pueda hablar, pueda hacer fluir las ideas sin equívocos, sin malos entendidos. Es igualito que cuando decimos que cuentas claras conservan amistades: palabras claras conservan también las amistades al impedir la confusión.

Reemplazar un verbo viejo, sólido, claro y transparente como abrir por un verbo falso como aperturar es como sustituir una célula sana por una contaminada: sólo puede conducir a que ese inmenso organismo común que es el lenguaje se enferme y empiece a fallar. Como de hecho lo está haciendo. Aquí nos acostumbramos a decir por lo menos cuando debemos decir por ejemplo y a convertir todo en un exceso, poniendo demasiado por todas partes.

No es un asunto de profesores cascarrabias o de maniáticos bibliotecarios. Que el lenguaje se use correctamente tiene que ver con todos nosotros. Es mucho más que dar una buena impresión, o que ser elegante y cortés. La cosa es más compleja y más trascendente. Afecta nuestras posibilidades de entendernos con los demás, de aprender del mundo, de trabajar y estudiar de manera productiva. Reduce el chance para el conflicto, la incomunicación y la soledad. Saber qué significan las palabras y cuidar esos significados, aferrarse a las palabras verdaderas, es preservar las ideas que transmiten. Cuando dejamos de hacerlo, aparece quien nos quiere meter gato por liebre, quien tuerce o invierte los significados para hacernos comprar algo que no nos conviene o hacerlos obedecer a alguien. Por algo existen la censura y la propaganda, porque las palabras cuentan, impactan en la realidad, cuando se usan bien y cuando se usan mal. Hay que tener mucho cuidado con las palabras porque siempre, aquí y en cualquier parte, hoy y siempre, están los que llaman necesidad a lo que no es sino un costoso capricho que no nos hace falta, y democracia a lo que es dictadura.